Mayrit, vestigios islámicos

Cuando visitamos Madrid pensamos en musicales, museos, barrios pintorescos y un sinfín de gente paseando por sus calles, a que sí? Pero lo que no pensamos es que también hubo presencia islámica durante los primeros siglos de esta época, y que con las remodelaciones de la ciudad, aún puedan quedar vestigios de ello. Pues así es, en mucha menor medida que del resto de siglos, Madrid cuenta con un rico patrimonio islámico que espero visitéis en vuestra próxima escapada a la capital.

La antigua ciudad de Mayrit se estableció en un terreno con muchas aguas subterráneas y junto al cauce del arroyo que discurría por la actual calle de Segovia, lo que lo convertía en un lugar privilegiado. De hecho, se cree que la palabra Mayrit es un híbrido entre la palabra árabe mayra -cauce o curso de agua- y el sufijo romance -it que indica abundancia; conformando así el significado de “lugar abundante en aguas”. De hecho Mayrit estaba recorrida por numerosos canales subterráneos o viajes de agua llamados qanats que servían tanto para abastecer a la población como para el regadío.

Trazado hipotético del recinto islámico en el plano actual de la ciudad.

Entre los años 854 y 871, el emir omeya Muhammad I de Córdoba (852-886), hijo de Abderramán I, fundó la ciudad de Madrid como un enclave militar en la llamada Marca Media. Las causas de esta fundación fueron la creación de un cinturón de fortalezas para el control de las continuas sublevaciones toledanas; así como el refuerzo de la frontera frente a las primeras incursiones asturianas. Mayrit tuvo desde sus orígenes un marcado carácter militar. Estaba rodeada por una muralla aproximadamente 2km que protegía a la ciudadela o almudayna. En la parte más elevada de ésta, se abriría una gran explanada a modo de patio de armas. La ciudadela además contaría con una mezquita mayor o aljama. Al norte de ubicaría un gran espacio abierto al cuerpo de guardia; y en caso de ataque de refugio del ganado y de la población civil (albacar). 

Al este y sur, extramuros, se fue asentando la población civil creando una pequeña medina con varias mezquitas de barrio, un zoco o tribunal de justicia o alamud y un cementerio. 

Durante el siglo X, la presión militar de los reinos cristianos se fue acentuando hasta que, finalmente, en el año 1085 el rey de la taifa de Toledo, Al-Qadir, se rindió ante Alfonso VI entregándole Madrid, entre otros territorios al norte del Tajo. 

En el año 1109, las tropas musulmanas dirigidas por el emir almorávide Ali Ben Yusuf intentaron reconquistar Madrid, acampando en la ladera oeste del Alcázar para cortar el acceso al río Manzanares. Esta incursión militar no tuvo éxito y Madrid permaneció en manos cristianas, ampliando su población durante los siglos XIII y XIV. 

Los restos de la muralla que pueden verse hoy en día pertenecen al primer recinto amurallado de Madrid, construido en el siglo IX durante el dominio andalusí de la región bajo el mandato del emir Muhammad I. Se conserva un tramo de más de 120m longitud -con una altura máx. de 11’25m y un espesor de 2’60m- en el que destacan varios torreones de planta cuadrangular. La muralla se constituyó  sobre un zócalo escalonado de sílex o piedra de pedernal. En su parte interior se utilizaron grandes sillarejos de este mismo material, y en su cara exterior, sobre algunas hiladas de sillares de pedernal, se emplearon otros de piedra caliza dispuesta “a soga y tizón”. En algunas partes pueden apreciarse ladrillos que pertenecen a reconstrucciones de épocas posteriores. 

Representación de los sillares en pedrenal (amarillo), sillares piedra caliza (naranja) y ladrillos de construcciones modernas o taqueados (verde).

A comienzos del siglo XV, cuando la muralla dejó de cumplir su función defensiva, la zona fue rellenada y explanada para servir de base a nuevas construcciones. Y a partir del siglo XVI se construyeron distintos edificios que se adosaron a la muralla o la utilizaron de muro de contención para sus jardines. Hoy en día todos estos edificios y jardines son inexistentes. 

Los miembros de la nobleza, desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, construyeron sus palacios, como los de Malpica o Castroserna, sobre los retos de la muralla -dada su cercanía a la residencia real-, quedando ésta oculta. Dicha circunstancia, sin embargo, ayudó a que se conservara y no fuera destruida. 

El Madrid medieval contó con dos recintos: uno islámico de los siglos IX-XI y otro cristiano a partir del siglo XII.

En el año 1085 Madrid pasó a formar parte del reino de Castilla, transformándose a lo largo del siglo XII en una plaza fuerte de la vanguardia contra las incursiones de los ejércitos almorávides y almohades. 

En el siglo XIII toda la región fue estabilizada y Madrid comenzó su desarrollo como una villa castellana de mediana importancia. La muralla levantada por los cristianos tenia una longitud mayor que la cerca islámica y abarcaba una mayor extensión de terreno. Contaba con numerosas puertas y torres de planta semicircular y estaba construida con mampostería de pedernal y caliza. 

La ciudad cristiana se dividió en diez parroquias y albergó también un barrio judio y una morería. Con algunas lógicas reformas fruto del crecimiento urbano, esta muralla continuó siendo referencia defensiva hasta el siglo XVI, momento en el que Madrid se convierte en Villa y Corte del Reino y se construye una nueva cerca, conocida como la cerca de Felipe II, con fines arancelarios y sanitarios.

La última cerca fue erigida en el siglo XVII reinado de Felipe IV, construida debido a la creciente expansión de la ciudad y con la finalidad de albergarla por entero dentro de ella. Fue derribada en el siglo XIX, dando lugar a las rondas y bulevares de Madrid y dejando sin funcionalidad a puertas como la de Alcalá, San Vicente o Toledo, que pasaron a tener un mero uso ornamental. 

Existe otro tramo de la muralla -de 70m- en el cercano Museo de las Colecciones Reales. Por otro lado, se han documentado arqueológicamente estructuras de época islámica de los siglos X-XI en la Plaza de Oriente, Sacramento, Plaza del Rollo, Cava Baja, Plaza de Carros y Mancebos, lugares todos fuera del recinto emiral; además de un cementerio en la zona de la Plaza de la Cebada y c/Toledo. 

Curiosidad histórica

El arquitecto D. Leopoldo Torres Balbás y el catedrático D- Jaime Olver Asín, escriben al director del ABC dándole cuenta del hallazgo en un desmonte y excavación que se realizan en un solar situado a la ladera inmediata al estribo Norte del viaducto, que baja hacia la calle de Segovia. Se trataba de una muralla con torres de planta cuadrada, construida con grandes mampuestos de pedernal trabados con durísimo mortero. 

Dicen que en parte la sólida obra militar ha sido ya destruida con lento y penoso trabajo de la perforadora, y añaden que los materiales empleados en su construcción anuncian que se trata de un recinto medieval, cuyo estudio sería de gran interés para el conocimiento de la historia de Madrid, si fuera posible la conservación de la parte que un subsiste. 

Terminan su misiva los Sres. Torres Balbás y Oliver Así subrayando la importancia arqueológica e histórica del hallazgo y propugnando que se interrumpa su destrucción.

Infografia: 


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